POR QUÉ TIENE MÁS
FALLOS EL ENFERMO DE ALZHEIMER .
Cada
Enfermo de Alzheimer es único y debe ser tratado como tal. El enfermo es consciente
en las primeras fases del deterioro de que está padeciendo, sobre todo en la
memoria. Comienza a apreciar cómo aspectos cotidianos del día a día pasan por
su vida y no es capaz de recordarlos.
Ante
la avalancha de fallos de memoria que se desencadena con la enfermedad, el
paciente comienza a mostrarse inseguro en aspectos de su vida que había controlado
sin problemas —como la economía doméstica, su trabajo, o simplemente una
conversación entre varias personas—. Esto genera en el enfermo mucha
inseguridad al realizar éstos y otros actos; la inseguridad provoca miedo, y
por este motivo va dejando de salir y se muestra más inseguro a la hora de
iniciar una conversación. Su miedo le genera una elevada ansiedad y al final se
provoca un círculo vicioso: la conciencia de sus fallos le crea ansiedad y esta
ansiedad le lleva a tener más fallos de memoria de los que tendría si el ambiente
en el que vive le diera más seguridad.



ALTERACIONES DE CONDUCTA. CÓMO ACTUAR.
Una
de las áreas de sobrecarga de los cuidadores de enfermos de Alzheimer establecida por Florez Lozano en 1987— es la
de las alteraciones de conducta.
Éstas
se producen principalmente en la segunda fase de la enfermedad (fase moderada),
en la que los cuidadores suelen presentar mayores problemas de ansiedad por
estar muy involucrados en los cuidados y encontrarse en un estado de
hipervigilancia constante como consecuencia de los problemas asociados al Alzheimer.
Problemas de conducta en la fase leve de la enfermedad.
La
aparente normalidad de los pacientes con enfermedad de Alzheimer en los inicios
provoca situaciones comprometidas, pues aparentemente al enfermo no le pasa
nada, sigue físicamente igual y él mismo trata de ocultar muchos de sus fallos,
utilizando aquellas reservas intelectuales que todavía posee, fruto de su experiencia
vital. A la familia y al entorno les cuesta reaccionar ante estos problemas,
les cuesta establecer un límite entre la realidad alterada del enfermo y la
realidad propiamente dicha.
En
esta primera fase algunas de las conductas más frecuentes son:
-
Dificultades en el
reconocimiento de la enfermedad.
A
los enfermos de Alzheimer y a sus familiares les resulta complicado establecer unos
criterios de realidad que permitan el reconocimiento de la enfermedad. En muchos
de ellos —al igual que ocurre en familias aquejadas por otras patologías como
el cáncer, la esclerosis múltiple, etc.— se da la denominada “conspiración del
silencio”: el enfermo sabe lo que le pasa, la familia o cuidador también lo sabe,
pero entre ellos no se establecen las pautas de comunicación adecuadas, de expresión
emocional deseable. Cuando el enfermo se integra en un grupo con otras personas
a las que les ocurre lo mismo, habla con ellas de sus emociones, sentimientos y
fallos de memoria. Del mismo modo ocurre con el cuidador: cuando éste entra en
contacto con otros familiares cuidadores de enfermos de
Alzheimer,
le es más fácil expresar sus sentimientos y contar lo que está sucediendo.
La
conspiración del silencio, es decir, la falta de comunicación entre enfermo y cuidador/
familia puede conllevar una negación de los déficits de memoria por parte del
afectado y también de los distintos problemas que puedan observar sus familiares
o su entorno más cercano.
Cómo actuar.
¨ Facilitar la comunicación con el enfermo, ayudarle a expresar sus sentimientos
ante los fallos cognitivos.
¨ No culpabilizarle.
¨ Crear un ambiente de seguridad, en el que el enfermo pueda
sentirse tranquilo.
¨ No expresarle intranquilidad, inseguridad o ansiedad.
¨ Buscar actividades gratificantes, que le gustaron en el pasado, de
esta manera se sentirá más tranquilo, puesto que los conocimientos pasados son
los que mejor conserva.
¨ Buscarle actividades lúdicas en las que pueda participar (en grupo
mejor).
¨ Mantenerlo lo más activo posible, sin obligarlo.
¨ Potenciar sus habilidades, aficiones o pasatiempos.
¨ Hacerlo de forma progresiva, que se sienta importante, útil y
activo.
-
Pérdida de objetos.
Como
consecuencia de los déficits cognitivos propios de la enfermedad, los pacientes
tienden a dejar las cosas en cualquier lado, siendo incapaces, posteriormente,
de recordar dónde lo han dejado.
Esto
les da pie a pensar que les están robando. El enfermo piensa que esos objetos
que se han perdido han sido robados.
La
culpa de esas pérdidas recaerá en el entorno más cercano: cuidador principal, auxiliar
de ayuda a domicilio, hijos... Por lo general, los objetos suelen aparecer escondidos
en sitios inverosímiles, detrás del mobiliario de la casa o en escondites personales
del paciente.
-
Repetición de preguntas.
Los
enfermos tienden a repetir constantemente las mismas preguntas.
Por
lo general, se debe a preocupaciones, a inseguridades, a la desorientación y a la
falta de memoria. Realizan insistentemente la misma pregunta porque ésta no ha
sido fijada en su memoria, y la respuesta emitida por el cuidador tampoco ha sido
almacenada.
Cómo actuar.
¨ Darles explicaciones si no entienden algo. Ofrecerles ayuda.
¨ No sentirse acusado si le señalan como culpable del robo.
¨ Facilitar la comprensión de todas las personas que rodean al
enfermo: amigos, hijos, etc., para que no le den importancia a estas
acusaciones.
¨ No preguntarle dónde ha puesto el objeto, ya que no lo sabe.
¨ Limitar el número de lugares donde pueda esconder las cosas.
¨ Ponerle un distintivo grande a los objetos que se pueden perder.
¨ Guardar las cosas frágiles o de mucho valor.
¨ Mantener la calma y trasmitir tranquilidad.
¨ Analizar la conducta-problema y registrarla.
¨ Cambiar de tema, puede que el enfermo esté aburrido.
¨ Colocar puntos de orientación (relojes, calendarios) en los
lugares donde el enfermo pase más tiempo.
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