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domingo, 13 de mayo de 2012

PROBLEMAS DE CONDUCTAS LEVE.


POR QUÉ TIENE MÁS FALLOS EL ENFERMO DE ALZHEIMER         .

Cada Enfermo de Alzheimer es único y debe ser tratado como tal. El enfermo es consciente en las primeras fases del deterioro de que está padeciendo, sobre todo en la memoria. Comienza a apreciar cómo aspectos cotidianos del día a día pasan por su vida y no es capaz de recordarlos.
Ante la avalancha de fallos de memoria que se desencadena con la enfermedad, el paciente comienza a mostrarse inseguro en aspectos de su vida que había controlado sin problemas —como la economía doméstica, su trabajo, o simplemente una conversación entre varias personas—. Esto genera en el enfermo mucha inseguridad al realizar éstos y otros actos; la inseguridad provoca miedo, y por este motivo va dejando de salir y se muestra más inseguro a la hora de iniciar una conversación. Su miedo le genera una elevada ansiedad y al final se provoca un círculo vicioso: la conciencia de sus fallos le crea ansiedad y esta ansiedad le lleva a tener más fallos de memoria de los que tendría si el ambiente en el que vive le diera más seguridad.

FALLOS EN LA MEMORIA        INSEGURIDAD          MIEDO          BAJA LA AUTOESTIMA


ALTERACIONES DE CONDUCTA. CÓMO ACTUAR.

Una de las áreas de sobrecarga de los cuidadores de enfermos de Alzheimer  establecida por Florez Lozano en 1987— es la de las alteraciones de conducta.
Éstas se producen principalmente en la segunda fase de la enfermedad (fase moderada), en la que los cuidadores suelen presentar mayores problemas de ansiedad por estar muy involucrados en los cuidados y encontrarse en un estado de hipervigilancia constante como consecuencia de los problemas asociados al Alzheimer.

Problemas de conducta en la fase leve de la enfermedad.

La aparente normalidad de los pacientes con enfermedad de Alzheimer en los inicios provoca situaciones comprometidas, pues aparentemente al enfermo no le pasa nada, sigue físicamente igual y él mismo trata de ocultar muchos de sus fallos, utilizando aquellas reservas intelectuales que todavía posee, fruto de su experiencia vital. A la familia y al entorno les cuesta reaccionar ante estos problemas, les cuesta establecer un límite entre la realidad alterada del enfermo y la realidad propiamente dicha.
En esta primera fase algunas de las conductas más frecuentes son:

-       Dificultades en el reconocimiento de la enfermedad.
A los enfermos de Alzheimer y a sus familiares les resulta complicado establecer unos criterios de realidad que permitan el reconocimiento de la enfermedad. En muchos de ellos —al igual que ocurre en familias aquejadas por otras patologías como el cáncer, la esclerosis múltiple, etc.— se da la denominada “conspiración del silencio”: el enfermo sabe lo que le pasa, la familia o cuidador también lo sabe, pero entre ellos no se establecen las pautas de comunicación adecuadas, de expresión emocional deseable. Cuando el enfermo se integra en un grupo con otras personas a las que les ocurre lo mismo, habla con ellas de sus emociones, sentimientos y fallos de memoria. Del mismo modo ocurre con el cuidador: cuando éste entra en contacto con otros familiares cuidadores de enfermos de
Alzheimer, le es más fácil expresar sus sentimientos y contar lo que está sucediendo.
La conspiración del silencio, es decir, la falta de comunicación entre enfermo y cuidador/ familia puede conllevar una negación de los déficits de memoria por parte del afectado y también de los distintos problemas que puedan observar sus familiares o su entorno más cercano.

Cómo actuar.
¨ Facilitar la comunicación con el enfermo, ayudarle a expresar sus sentimientos ante los fallos cognitivos.
¨ No culpabilizarle.
¨ Crear un ambiente de seguridad, en el que el enfermo pueda sentirse tranquilo.
¨ No expresarle intranquilidad, inseguridad o ansiedad.
¨ Buscar actividades gratificantes, que le gustaron en el pasado, de esta manera se sentirá más tranquilo, puesto que los conocimientos pasados son los que mejor conserva.
¨ Buscarle actividades lúdicas en las que pueda participar (en grupo mejor).
¨ Mantenerlo lo más activo posible, sin obligarlo.
¨ Potenciar sus habilidades, aficiones o pasatiempos.
¨ Hacerlo de forma progresiva, que se sienta importante, útil y activo.

-       Pérdida de objetos.
Como consecuencia de los déficits cognitivos propios de la enfermedad, los pacientes tienden a dejar las cosas en cualquier lado, siendo incapaces, posteriormente, de recordar dónde lo han dejado.
Esto les da pie a pensar que les están robando. El enfermo piensa que esos objetos que se han perdido han sido robados.
La culpa de esas pérdidas recaerá en el entorno más cercano: cuidador principal, auxiliar de ayuda a domicilio, hijos... Por lo general, los objetos suelen aparecer escondidos en sitios inverosímiles, detrás del mobiliario de la casa o en escondites personales del paciente.



                                             
-       Repetición de preguntas.
Los enfermos tienden a repetir constantemente las mismas preguntas.
Por lo general, se debe a preocupaciones, a inseguridades, a la desorientación y a la falta de memoria. Realizan insistentemente la misma pregunta porque ésta no ha sido fijada en su memoria, y la respuesta emitida por el cuidador tampoco ha sido almacenada.






Cómo actuar.
¨ Darles explicaciones si no entienden algo. Ofrecerles ayuda.
¨ No sentirse acusado si le señalan como culpable del robo.
¨ Facilitar la comprensión de todas las personas que rodean al enfermo: amigos, hijos, etc., para que no le den importancia a estas acusaciones.
¨ No preguntarle dónde ha puesto el objeto, ya que no lo sabe.
¨ Limitar el número de lugares donde pueda esconder las cosas.
¨ Ponerle un distintivo grande a los objetos que se pueden perder.
¨ Guardar las cosas frágiles o de mucho valor.
¨ Mantener la calma y trasmitir tranquilidad.
¨ Analizar la conducta-problema y registrarla.
¨ Cambiar de tema, puede que el enfermo esté aburrido.
¨ Colocar puntos de orientación (relojes, calendarios) en los lugares donde el enfermo pase más tiempo.

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