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domingo, 13 de mayo de 2012

CAMBIOS EN LA CONDUCTA. SEÑALES DE ALARMA.


ALTERACIONES EN LA CONDUCTA.

Las alteraciones de conducta constituyen la parte más dura de llevar y de asumir por los familiares en el proceso de la enfermedad de Alzheimer.
Ésta avanza y con ella los problemas de conducta: vagabundeo, obsesiones, alucinaciones, delirios, agresividad, agitación, despertares nocturnos...
Todas estas alteraciones producen en el cuidador una disminución de su descanso, pues tiene que estar prácticamente las 24 horas del día pendiente del enfermo. A este ritmo llega un momento en el que el cuidador no puede más, sus defensas disminuyen y el estrés y otras alteraciones psicológicas comienzan a aparecer.

CLAVES DEL TRABAJO CON EL ENFERMO DE ALZHEIMER.

«A mí lo que me falla es el ordenador», «temo el día en que no pueda reconocer a mi esposa», «soy un inútil, no me acuerdo de nada»... Frases como éstas son habituales en los grupos de psicoestimulación para enfermos leves que se desarrollan todos los días. Por lo tanto, un primer aspecto a tener en cuenta es que los enfermos de Alzheimer son conscientes de su deterioro.



Puntos clave.
1. El enfermo de Alzheimer, como paciente, tiene derecho a saber qué le está pasando.
2. Se trata de una persona con una experiencia de vida, es un adulto y, por lo tanto, debe ser considerado como tal.
3. Es consciente, en fases iniciales, de su pérdida de memoria y de su deterioro cognitivo.
4. Tiene derecho a ser tratado con dignidad y con respeto, fomentándole la independencia siempre y cuando sea posible.
5. Se debe respetar su identidad personal y llamarle por su nombre siempre, incluso cuando se encuentre en estadios avanzados de la enfermedad.
6. Cada enfermo de Alzheimer es único y debe ser tratado como un individuo específico.
7. Hay que tener en cuenta que para cada reacción catastrófi ca de un enfermo con Alzheimer existe siempre una razón.
8. La conducta observada es una combinación de cambios físicos, psicológicos, sociales y personales influenciados por la experiencia a lo largo de la vida.
9. Para poder trabajar de una manera eficaz con el enfermo de Alzheimer es imprescindible conocer su historia de vida, aficiones, trabajos anteriores, etc.
10. Se debe aceptar al paciente sin prejuicios.


SEÑALES DE ALARMA.

Antes incluso del diagnóstico de la enfermedad, hay que tener en cuenta una serie de signos o señales que el enfermo comienza a desarrollar y que podrían indicar el inicio de un proceso degenerativo como la enfermedad de Alzheimer.



Algunas de estas señales son:
¨ Disminución de la memoria reciente que afecta en el desempeño del trabajo.
Es normal tener pequeños olvidos en el trabajo, pero si éstos se dan de manera muy frecuente habrá que ponerse en contacto con algún especialista, puede que sólo sea fruto del estrés o de algún otro problema, pero más vale prevenir.
¨ Dificultades en el desempeño de tareas familiares.
La falta de concentración puede ocasionar despistes como olvidarse las llaves o dejarse el gas encendido. Estos fallos suelen ser comunes en las fases preclínicas de la enfermedad.
¨ Problemas del lenguaje.
Dificultades para encontrar la palabra precisa en el momento adecuado: dar vueltas a la cabeza para recordar un término o para poder denominar algo, es lo que se llama el efecto de la punta de la lengua.
¨ Desorientación tiempo y lugar.
Suele pasar sobre todo cuando uno está distraído, pero al igual que con los fallos anteriores, si estas distracciones ocurren de manera más habitual que de costumbre, puede ser considerado como una señal de alarma.
¨ Problemas con el pensamiento abstracto.
Dificultad en el manejo del dinero, en el cálculo: problemas con el cambio al ir a comprar o con las cuentas del banco.
¨ Extraviar objetos.
Si una persona distraída pierde una cosa puede reconstruir los hechos hasta volver a encontrarla con mayor o menor dificultad. Un enfermo de Alzheimer tiene dificultades para hacer esa reconstrucción.
¨ Cambios de personalidad y de humor.
A lo largo de una vida la personalidad no suele sufrir demasiadas alteraciones.
El enfermo tiende a cambiar con facilidad de humor y se vuelve más desconfiado, suspicaz o temeroso.
¨ Disminución de la iniciativa.
La persona se vuelve progresivamente más pasiva, tiene menos ganas de desarrollar actividades que le resultaban placenteras o de acudir a reuniones o eventos sociales.
Éstas son algunas de las señales de alarma más frecuentes. Si alguien se siente identificado con estos signos, no tiene que alarmarse de inmediato, pero sí sería conveniente consultar con un especialista.

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